Piel ATÓPICAS en BEBÉS
La piel es la barrera que impide la entrada de los organismos externos a nuestro cuerpo. En el caso de los recién nacidos este órgano es más sensible ya que el bebé viene de un entorno húmedo y acaba en uno seco, por lo que tiene que pasar por un proceso de climatización.
En ocasiones la piel sufre una alteración genética que provoca que surja la atopia. Con la piel atópica el bebé necesita una mayor hidratación, más grasa. Los productos emolientes ayudan a reponer los lípidos y a reestablecer la barrera cutánea de la piel, los factores que intervienen en la aparición y el desarrollo de la piel atópica son muchos y muy diferentes, por lo que es fundamental conocerlos y tener en cuenta si hay antecedentes familiares de atopia y alergia
Causas externas modificables
Existen algunos signos que pueden ayudar a los padres a detectar que pueden estar un caso de piel atópica como la existencia de prurito, picor o irritabilidad en los lactantes. Además, también pueden aparecer alteraciones del sueño. La razón es que el calor de la cuna aumenta el picor de los recién nacidos.
La alimentación del niño y de la madre también son muy importantes
Otros factores a tener en cuenta son los externos, como el clima seco (en verano la piel atópica mejora, especialmente si hay baños en agua de mar).
Elegir bien la ropa también es determinante: ayuda a evitar las irritaciones. De hecho, los bebés con piel atópica no toleran ciertas prendas como la lana y la lanolina. Siempre hay que utilizar algodón, seda y fibras naturales. Además, hay que lavar las prendas con jabón neutro y no utilizar suavizante.
El cloro de las piscinas puede dañar la piel al igual que las aguas muy calinizadas, aunque esto no se aplica a todos los bebés y en algunos casos la piel mejora.
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